Crónica familiar
Portada y grabados ▲
Carpeta ▲
SOBRE CRÓNICA FAMILIAR
Tanto quien llega como quien se marcha deja huellas. La huella es, por encima de todo, la constatación de una presencia. Más aún, de una presencia con peso, la seguridad incontestable de que alguien ha estado entre nosotros. Cuando Defoe quiso golpear en el centro de la soledad de su Robinson Crusoe le obligó a encontrar la huella de un pie desnudo en la orilla, la huella de un solo pie, una imagen hipnótica.
También un grabado es una huella provocada por un peso. La primera vez que entré en el estudio de Alberto Pina y me enseñó cómo funcionaba un tórculo me quedé tan fascinado que cada dos o tres meses le pedía que me dejara ayudarle alguna vez. La vida siempre nos terminaba llevando a los dos por otra parte pero durante una visita al Reina Sofía pocos meses después de la muerte de mi padre a Carmen Cáceres se le ocurrió este proyecto. Hay algo especialmente conmovedor en los proyectos sugeridos o ideados por otros, sobre todo si son personas que nos quieren. Es como si se tratara de regalos inesperados, como si la verdadera producción artística se produjera de manera natural en un mundo de vasos comunicantes. El proyecto era hacer junto a Alberto un objeto único, una serie mínima de grabados con el poema que redacté durante el fin de semana que se produjo la muerte de mi padre y que había titulado “Crónica familiar”.
El día 13 de febrero, mientras la acompañaba a la salida de la casa de mis padres, la doctora que solía antenderle me dijo que comenzáramos a arreglar todo lo necesario porque mi padre se iba a morir “con toda seguridad” ese mismo fin de semana. Al día siguiente escribí en un cuaderno el título del poema “Crónica familiar” y los primeros versos: A morir de verdad/ empezaste el día de San Valentín de 2014. Mi padre vivía aún, estaba en la habitación contigua. Sentí que tenía que hacer eso, literalmente: una crónica. Una crónica de la misma forma en la que los hombres habían hecho crónicas desde el origen de la civilización para certificar que estuvieron presentes, que sucedió lo que sucedió. Y así fue como, poco a poco, fui redactando el poema. Terminábamos de comer, yo iba a la habitación y escribía los versos sobre la comida, mi madre le decía algo a mi padre y lo mismo, llegaba mi hermano en avión desde Chile y lo anotaba. Los últimos versos los escribí tres horas después de su muerte, sentado a su lado. No tiene mucho sentido aquí discutir si el poema es mejor o peor pero soy demasiado consciente de la cantidad de trabajo que suele requerir un texto literario como para que no me asombre a mí mismo haber escrito este texto a la primera y en un estado que estaba lejos de la calma. No lo atribuyo al talento sino a esa extraña precisión de la mente en los momentos críticos, como alguien que en una situación extrema da un salto increíble o levanta un peso sobrehumano.
Alberto Pina no sólo se ha hecho cargo del proyecto con toda la capacidad de su incontestable talento sino también con el verdadero amor de un amigo. Y no hay nada como trabajar con un amigo, crear junto a un amigo. El resultado de la suma de uno más uno rara vez es dos.
Andrés Barba
“Pensé en la soberanía de ese gesto minúsculo,
en el espesor de tu carne
y cuando dejaste por fin de respirar fue como ver
tu cuerpo repetido, joven, enorme,
tu mano del tamaño de mi pecho,
el cuerpo que sedujo, tu discreción, tu silencio,
tus secretos, un muchacho que avanzaba
por una ancha calle sin aceras
seguro de sí,
correspondido,
y luego un niño de dientes separados
frente a un mapamundi escolar,
y pensé que ese niño eras tú
-mi padre-
que todo había acabado ya pero ese gesto
persistía.”
Andrés Barba
Crónica familiar (2014)
Portada con esténcil y siete grabados originales al aguafuerte en planchas de zinc de 500 x 400 mm estampados sobre papel Grabado Arte de 250 gr. de 760 x 560 mm a 1 y 2 tintas en tirada de 15 ejemplares numerados, 2 pruebas de autor y 1 b.a.t.
Dimensiones de la carpeta: 780 x 580 x 20 mm (abierta: 1140 x 1340 mm)
3.000 € (IVA 4% No incluido)